Edúcame y educaré.

Blog de Educación Física abierto a todo tipo de debates, comentarios, enseñanzas y aprendizajes.

sábado, 13 de junio de 2020

Luz.

Ayer te vi, te volví a sentir.
Elegí tus silencios antes que todo este ruido sin ti.

Otra vez en tu montaña rusa, 
esperando la caída porque habrá final.
Me bajo y ya no estás. 
Déjame escapar, dame paz.  
Vuélveme a encerrar. 
Mañana te volveré a mirar.  
Buscaremos despegar.

Y otra vez. 
Mírame otra vez. 

Desafiaré a tus silencios. 
Me esconderé en tus rincones más ocultos. 
Retaré a tu piel y a tu mirada.
Ensordecerás los gritos de esta guerra, cuando aparezcas,
 yo solo pediré tregua.

Me iluminas. 
Hoy. 
La veo en ti.
La reconozco en ti.
Esa luz.

No me apagues hasta mañana.

A.

Me cambiaste el aire en un suspiro. 
Otro viaje sin rumbo ni destino.
Odio que mis planes no sean tu camino.
Tú decides si tomar este último vino.

Y me haces sentir. Para bien o mal.
Ya no sabemos qué pensar. 
Como un vinilo sin girar 
que al final volverá a sonar.

Aún me cuesta respirar.  
Sin tu oxígeno, me falta paz. 
Se me olvidó el sonido del tic-tac 
y ya estoy cansado de esperar.

Y qué débil cuando duermo en tu costado.
Con lo fuerte que parecía desde el otro lado.
Porque volviste, porque viniste. 
Porque te vas. 
Ya no te quedas a cenar.
Otros meses que van a volar sino estás. 

domingo, 31 de mayo de 2020

El tomate pocho

Hace unos días me tocó volver a casa o, al menos, la que siento como la mía. Me gusta volver. Siempre me apetece volver.

Lo primero que hice fue, como siempre, ir al frigorífico. Instinto de supervivencia. Y miedo.
Allí miré un ratito un tomate con moho. Daba grima. Había madurado, llevaba unos meses solo y se había pasado de maduro.

Las comparaciones con el ser humano son odiosas. No soy yo muy de comparar, pero es que nos tiramos la vida buscando madurar, rodearnos de gente madura y alardear de ello. Que guay. Somos grandes. Y nos pasamos de grandes.

Siempre estamos buscando ser gente seria que habla cosas serias. Así, nos tomarán en serio. O no. Y luego sentirnos mayores y mirar por encima al resto. Y seguro que así ya somos maduros. Me niego a que sea eso.

Quizás el concepto sea distinto. Quizás la respuesta esté en mejorar en todas y cada una de tus actitudes y aptitudes día a día. Hasta el último de tus días. Ojalá ese espíritu hasta decir adiós.

Respeta. Nadie es más tú, ni tú eres más que nadie. Ni tú opinión es del todo la correcta, ni tienes porque cambiarla de arriba a abajo. Evoluciona pero no cambies. Cambiar es de cobardes. Evolucionar, de valientes. Queda totalmente prohibido volver a la casilla de salida.

También sería conveniente valorar la libertad de expresión como un concepto amplio en el que tienes la opción de callarte la puta boca de vez en cuando. Es literalmente imposible saber y opinar de todo.

Cuantas veces nos ponen la etiqueta de inmaduros por estar alejado de tus problemas con una caña al sol, despreocupados, buscando ese ansiado equilibrio mental en tus amigos y en esas charlas sin sentido, con ese humor sarcástico e irónico pero tan necesario.

Luego está la gente madura que nos ordena, la que nos dice que hay que hablar del B.O.E., de tus Erte, de las brocas del quince y de lo injusta que es la vida. Pásame la lista de conversaciones maduras e inmaduras, que me interesa mucho. Tócate los huevos.

Hablar de inmadurez a mi ya me parece algo inmaduro. Quién coño somos para juzgar. Decidme. Tengo un amigo que le gustan los pokemon y es presidente de tribunal de oposiciones. Y qué. Ole sus huevos.

Yo entendí el concepto cuando vi a mi padre como uno de mis mejores amigos. Empecé a desayunar en la calle y me gustaba tomar café. Incluso a veces me acuesto temprano los viernes, y me siento como el tomate. Pocho y caduco.

Pero no pasa nada. Sigo viendo los Simpsons, haciendo juegos de palabras, jugando al fútbol y comprándome camisetas de mis equipos favoritos. Porque soy inmaduro. Lástima.

El tiempo corre y tienes que aprender y evolucionar. Mira el reloj pero no mucho, que vuela. Y te desequilibra. Mírate por dentro. Piensa en quién quieres ser y a dónde ir. No des lecciones pero escucha los consejos.  Échale un vistazo de quién te quieres rodear y a quién escuchar.

Y ojalá no te hagan olvidar de aquella inmadurez del niño que fuiste, guarda su energía, su ilusión, su fuerza, conserva la alegría y respira, porque el paso al frente en tu vida es obligatorio, no opcional.

Recuerda que siempre seguirá oliendo a tierra mojá.

domingo, 10 de mayo de 2020

Oda a la música.


Dicen que el ser humano está hecho a base de canciones. Un puzzle sin acabar, donde cada pieza es poesía escrita de una mano diferente. Un rompecabezas inacabable.

Y sí, nos teletransporta.  No sabemos a dónde, ni siquiera con quién. Con rumbo y sin destino.  Un billete de ida y sin vuelta.

Así empecé yo. Porque yo de pequeño quería ser niño, pero me pilló la guerra.  Así que aquí ando, buscando una sonrisa de repente en un bar. Siempre quería más cerveza y, de repente, me enamoré. De una mujer, muy pública y plebeya. Y sus huesos, sus huesos eran de alquitrán y sus pestañas, de metales. Hasta me enamoré de la calle, porque me recordaba a ti.

Y la calle es tanto mía como tuya. No tiene más dueño que ella misma. Como tú. Así que la olvidé. Siempre tendríamos algo pendiente.

Le hice caso a esos hermanos que dicen que el olvido y el tiempo son como hermanos gemelos, que un día echas de más lo que echaste de menos. Probablemente duela. Así que si duele un recuerdo, te cura el olvido.

Pero, a partir de ahí, ya nada volvió a ser como antes. Me la jugué a las cartas, y aposté al cinco. Lo malo que cada dos por tres me sale seis. Seguí.

Y al girar la esquina del barrio la volví a ver. La esquinita de enfrente, donde nadie nos veía. Allí estaba otra vez. Y le dije niña, que seguimos teniendo algo pendiente. Siempre de lejos. Siempre cerquita.

Lástima, que el tiempo no espera a nadie y se va cerrando el baúl. El de los recuerdos. A estas alturas nos deja lejos de la juventud. Y encima yo te miro y ahí sigues tú.

Y no sé, antes de que llegue el final, decirte que seguimos teniendo algo pendiente. Y cuando llegue, allí estaremos, juntos.

Juntos sí, pero con cuidado, porque la mujer roba una vez y te deja una huella que ya no se borra. En cambio el hombre a veces roba tanto que hasta su mujer esa huella se ahorra. Roba por robar.

Pero bueno, que ojalá y desde entonces, fiel compañera, tanto habrá llovido mi amiga mía, tanto inspiraste a este juntaletras que te la debía.  Por ti.

Yo supongo que seguiré estando sordo de un pie, así que intentaré buscarte a ti y a la felicidad, que dicen que es solo un sueño, un falso invento. Sólo existe el poder serlo por momentos.  En ello estamos, muriendo en el intento.

Dicen que lo único que nos llena es el camino, la propia búsqueda. Así que mientras haya música, yo seguiré buscando. Si total, para qué quiero terminar el puzzle, si yo soy un pieza.

lunes, 27 de abril de 2020

Microcuentos.

EL MIEDO
Desde pequeño tuvo miedo a la oscuridad, pero alguien le dijo una frase: “cuando se apagan las luces siempre se enciende una luz en tu recuerdo.” Desde aquel día, acumuló recuerdos cada noche para el resto de su vida. Nunca jamás volvió a tener miedo.


EL ERIZO
Qué lástima de aquel pobre erizo, que no podía ni abrazarme a sí mismo.


EL MAR
Al cabo de unas semanas, meses, años, siglos, consiguió olvidarla. Por fin, sintió paz. Se sentó ante la eternidad y allí, justo en el horizonte del abismo, la volvió a ver. Era la soledad.


NOSTALGIA 
Se pasó toda la vida echándolo de menos y, cuando todo terminó, lo que acabó echando de menos fue a la propia vida.


EL ARCOÍRIS
Él amaba la lluvia y ella el sol. Cuando llovía, cada gota de lluvia le recordaba a él. Cuando salía el sol, cada rayo le recordaba a ella. Pero ninguno cayó en el arcoíris, que hizo que los dos perdieran de golpe la memoria.


EL LOBO
Que pena de aquel lobo que, por obligación, siempre acababa mal en los cuentos.


ACORDES
Decía el músico que había una palabra en cada nota, una mirada en cada acorde...y un suspiro en cada silencio.






Microcuentos.

NO SÉ
Tenía tantas dudas en la vida que siempre contestaba un ‘no se’ a cualquier pregunta y, desde que la vio al girar esa esquina, lo supo todo.


EL CALCETÍN 
Aquel calcetín solitario, perdido y sucio se enrolló tanto, tanto, tanto que se partió por la mitad.
Desde entonces, nunca jamás volvió a sentirse solo.


EL RUIDO
Siempre estuvo cansado del ruido de aquella casa hasta que, con el paso del tiempo, se quedó en silencio.  No le quedó más remedio que correr, buscando aquel cansancio que le hacía inconscientemente feliz.

LIBERTAD
Curiosamente, aquellos meses extraños solo hubo libertad en un minúsculo espacio de aquella casa: dentro de una jaula.

Somos gilipollas.

Otra vez aquí. Otro día que te despierta tu vecina, tu pájaro o tu madre gritando por teléfono. Ese porro del patio de luz. Otro día desayunando en casa, con un café pasable y una tostada pocha. Y sin desayuno ya no son buenos días, sólo días.

Otra noche de insomnio. Otra batalla perdida. Sobran ganas, falta control. Otra vez las 4 de la mañana. A esa hora solo cobra sentido en tu cabeza aquella canción de Fran Perea. Quién te lo iba a decir. 

Época nostálgica, escéptica, psicofísica y analfabética. Todo lo ética que quieras, pero una prueba de fuego para el ser humano. Como si nos quedara humanidad.

Época de auténticos profesionales de la polivalencia, donde conjugan el bulo, la opinión y el invento en un solo titular: la crítica.

Pero bueno, todos contentos. Porque sino hay conciertos, no hay vecinos enfadados por el ruido. Porque sino hay fútbol ni deporte la felicidad se desborda para el sedentario. Porque sino hay bares, no hay gasto ni cachondeo para el amargado. Porque sino hay hoteles, no hay peregrinos. 

Y ves, como había que tener perro. Y ves, como había que tener niños. Y ves, como la tengo más grande que tú. Y ves, que asco de gobierno jeje disfruten lo votado jaja... ni siquiera ven las ruedas de prensa. Insultan desde el primer segundo. Para que escuchar cuando puedes criticar.

Pues si, otra prórroga, hijos de puta. ¿Desescalada? Qué locura. Hijos de puta también. 

Época donde han ganado la ansiedad, el estrés y la histeria. Historia de tu vida. 

Nos molesta hasta respirar porque le damos oxígeno al de al lado. O por la alergia, también.

Hemos llegado al punto justo de rotura. Al punto exacto de cuando vas a hacer un huevo, se te rompe y no te quedan más. Días donde siempre se cae la tostada del revés y Murphy se hace ley. 

Yo ya toqué fondo. Abrí la pasta de dientes y se me cayó el tapón en el retrete. Y me mire al espejo y me sentí paseando por la delgada línea entre el suicidio y el ver Sálvame Deluxe. 

Desde siempre hemos sido un país que hemos hecho cosas bien, pero a nadie le ha importado. La opción de la queja, la burla, la crítica y reírte de lo ajeno siempre ha sido más nuestra. Qué creído es Bisbal, que mal canta Rosalía y que facha es Nadal. 

El drama de estos tiempos es que el imbecil gana por agotamiento.

Porque mi feria es mejor que la tuya. Y el carnaval es un tostón. Y que sabrás tú de acentos. Y la playas del sur son mejores que la del norte. Un largo y sinfín etcétera.

En resumen, somos masoquistas.

Y para demostrarlo, la única noche que estamos unidos al año: Eurovisión, y para partirnos la polla de nuestro representante. 

En definitiva, que somos gilipollas.